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Tu reino en nuestros corazones,
Dios mío, y el reino del Evangelio en todo lugar,
pero sobre todo en esos lugares donde estamos encargados
de anunciarlo.
Pero, ¿cómo lo anunciaremos
fructíferamente si no somos santos, si Tú no reinas completamente
en nosotros, Señor?
Venga a nosotros tu reino.
Para eso, Señor, actúa en
nosotros; rehaz nuestra naturaleza; corrige los errores
de nuestra inteligencia y quebranta los extravíos de nuestra
voluntad. Haz Señor, que te conozcamos tal como eres, y
que queramos sólo lo que Tú quieres.
Hágase tu voluntad.
Palabras recogidas en el
Libro: La oración de Mons.Melchor
de Marion Bresillac SMA
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Como un niño nos ponemos
delante de nuestro Padre, a orar. Al igual que ellos puedo
pensar “Soy pequeño, soy pobre, qué puedo hacer yo”. El
niño misionero, el hombre misionero, piensa siempre en grande,
porque sabe que le ayuda la oración.
Somos pequeños, débiles,
y desde nuestra flaqueza nos dirigimos a Dios para que nos
llene de su amor. El Señor se sirve de las cosas pequeñas
para hacer grandes obras: Venga a nosotros tu reino.
Este año la campaña
de la Infancia Misionera se centra en los niños como
los pequeños grandes colaboradores de la Iglesia. Ellos
son el futuro ,lo que siembren en su corazón será
lo que dará fruto el día de mañana.
Confiando como un niño en su Padre, fiel y sin temor
le decimos: Hágase tu voluntad.
Con la vitalidad de un niño
,animados por las palabras del Papa Francisco, no tengamos
miedo a equivocarnos y seguir trabajando:
49.(...) prefiero una
Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle,antes
que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de
aferrarse a las propias seguridades. Si algo debe inquietarnos
santamente y preocupar nuestra conciencia, es que tantos
hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo
de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de fe que
los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida. Más
que el temor a equivocarnos, espero que nos mueva el temor
a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contención,
en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las
costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera
hay una multitud hambrienta y Jesús nos repite sin cansarse:
" ¡Dadles vosotros de comer! " (Mc 6,37).
(Evangelii Gaudium 49)
SMA |